<a href="https://www.tripadvisor.com.ar/LocationPhotos-g44535-Kansas_City_Missouri.html#17994037"><img alt="" src="https://media-cdn.tripadvisor.com/media/photo-s/01/12/91/35/kansas-city.jpg"/></a><br/>Fuente: Esta foto de Kansas City es cortesía de Tripadvisor

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Virma slowly opened her eyes, she thought she was still dreaming, she felt dizzy and confused, she saw herself as if from the top of the ceiling, she observed her skinny figure lying on her back, her hair tousled and misaligned, the bruises on her face and the arms, the mattress dirty, threadbare and no sheets, all the disorder around him.

She soon realized that she was not dreaming and then she saw the small room again from her normal perspective. She was relieved but still confused.

She began to remember the hell of the previous night, the arrival of her husband drunk as always and the violence, that violence that had become customary; arguing about everything, yelling and breaking things and then hitting her to end up possessing her like a wild animal. Thank God she never assaulted her little son, not until now.

She got up slowly, trying not to make noise and went to the small room that was used for cooking and washing, it was all they had, the rent cost a few dollars that they could not pay for three months. They were going to be evicted soon.

She pulled the curtain that served as a separation between the rooms and saw him, sitting on the only bench they had, his head tilted slightly to the left with his eyes wide open and a ridiculous grimace of surprise and disbelief, his arms drooping to the side of body and knife stuck in the middle of the chest. The little blood that stained the shirt was almost dry. She was not surprised
 It wasn't a dream, she told herself.

She stared at her for a long time, as if she didn't know her. In recent times she had become a stranger; What happened so that that kind boy, with the easy and charming smile, hardworking and optimistic, had turned into a violent, frustrated and alcoholic being? Everything had changed when they decided to leave the country for the city. In search of a better future he had told her and she believed him, at that time she believed everything he said, she had the necessary security to follow him without hesitation. It was the worst mistake they made, the two of them. It wasn't fair to just blame her.

She returned to the room and together with the best of the few rags they had for clothing, she went to the corner where under a loose board she had her few savings, the very little she could hide on those rare occasions when her husband got some temporary job and he was not spending it on drink. She kept the money in a small bag that she tied around her neck.

He went to where the child slept, he lifted him with great care so that he did not wake up and ask him a question that he did not know how to answer. The 3-year-old clung to his neck, babbled something unintelligible, and continued to sleep.

He went out into the corridor of the pension and did not see anyone, it was still very early, it had not even dawned.

She locked the door and crept down the two floors, stealthily, like a thief or worse yet the murderer that she was. No one anywhere. There were no passersby on the street either, it was a dangerous neighborhood and except for a person who lived in the surroundings, no one in their right mind would be interested in walking there at that time.

He went to the train station, got a ticket to Waco, and sat down to wait. She began to sing a sweet children's song, her son looked at her and smiled and then fell asleep again.

Going back to her village was all she wanted.

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Virma abrió los ojos lentamente, pensó que todavía estaba soñando,  se sentía maread y confusa, se veía ella misma como desde lo alto del techo, observaba su figura flaca tendida boca arriba, su pelo revuelto y desalineado, los moretones en la cara y los brazos, el colchón sucio, raído y sin sábanas, todo el desorden a su alrededor. 

Pronto se dio cuenta que no estaba soñando y entonces volvió a ver el pequeño cuarto desde su perspectiva normal. Se sintió aliviada pero aun confundida.

Comenzó a recordar el infierno de la noche anterior, la llegada de su esposo borracho como siempre y la violencia, esa violencia que se había hecho costumbre; discutir por todo, gritar y romper cosas y luego golpearla a ella para terminar poseyéndola como un animal salvaje. Gracias a Dios nunca agredió a su pequeño hijo, no al menos hasta ahora.

Se levantó despacio, tratando de no hacer ruido y fue hasta el pequeño cuarto que servía para cocinar y asearse, era todo lo que tenían, el alquiler costaba unos pocos dólares que no podían pagar desde hacía tres meses. Los iban a desalojar pronto.

Corrió la cortina que servía de separación entre los ambientes y lo vio, sentado en el único banco de que disponían, la cabeza ligeramente inclinada hacia la izquierda con los ojos desmesuradamente abiertos y una ridícula mueca de sorpresa e incredulidad, los brazos caídos al costado del cuerpo y el cuchillo clavado en medio del pecho. La poca sangre que manchaba la camisa estaba casi seca. No se sorprendió,
 no fue un sueño, se dijo para sí misma.

Lo observó por un largo rato, como si no lo conociera. En los últimos tiempos se había vuelto un desconocido; ¿Qué ocurrió para que aquel muchacho amable, de sonrisa fácil y cautivadora, trabajador y optimista se hubiera convertido en un ser violento, frustrado y alcohólico? Todo había cambiado cuando decidieron irse del campo a la ciudad. En busca de un futuro mejor le había dicho y ella le creyó, por ese entonces creía todo lo que él le decía, tenía la seguridad necesaria como para seguirlo sin titubear. Fue el peor error que cometieron, los dos. No era justo culparlo solo a él.

Volvió al cuarto y junto lo mejor de los pocos harapos que tenían como ropa, fue hasta el rincón donde debajo de una tabla suelta tenía sus pocos ahorros, lo muy poco que podía esconder en aquellas raras ocasiones en que su marido conseguía algún trabajo eventual y no se lo gastaba en bebida. Se guardó el dinero en una pequeña bolsa que ató a su cuello.

Fue hasta donde el niño dormía, lo levanto con gran cuidado para que no se despertara y le hiciera alguna pregunta que no supiera responder. El pequeño de 3 años se agarró a su cuello, balbuceó algo ininteligible y continuó durmiendo.

Salió al pasillo de la pensión y no vio a nadie, era muy temprano todavía, ni siquiera había amanecido.

Cerró la puerta con llave y bajó por los dos pisos por las escaleras, sigilosamente, como una ladrona o peor aun como la asesina que era. Nadie por ningún lado. En la calle tampoco había transeúntes, era un barrio peligroso y salvo alguna persona que viviera por los alrededores a nadie en su sano juicio le interesaría caminar por allí a esas horas.

Se dirigió a la estación del tren, sacó un boleto para Waco y se sentó a esperar. Se puso a cantar una dulce canción para niños, su hijo la miró y sonrió para luego volver a dormirse. 

Volver a su pueblo era todo lo que quería.

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Las fotografías son de mi propiedad excepto las que menciono la fuente.
The photographs are my property except those mentioned by the source.

Héctor Gugliermo
@hosgug

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