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De fondo había una voz que me encantaba. La reconocería en cualquier lugar, me recuerda como me entrego, me recuerda la necesidad de que diga que soy suya.

Pero esa noche había otra voz, la de mi cabeza, que insistía en desarrollar lo que ambas imaginábamos: esos penes. Grandes, gruesos, con un color que hacía que resaltara el glande más que todo el tronco y llamba a la felación continua.

Mi cuello se erizaba junto con mis pezones, y el clítoris engrandecido se humedecía de los fluidos provocados por la exitación de la idea de chupar dos penes como aquellos. Tenía un arma letal en las manos: leche condensada, muy parecida a la que deseaba tener en mi boca luego de escuchar sus gemidos orgásmicos.

Mientras imaginaba la escena de sus climax, saboreaba con gusto una cuchara que contenía el producto dulce y condensado, que hubiera querido esparcir por sus glandes ensanchados.

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Lamer fue el inicio de mi locura, en mi mente no podía detener mis lengüeteos en los cuerpos de esos penes. Los besos no me satisfacían, necesitaba meterlas enteras en mi boca. Primero una, luego la otra, y así en aleatorio, sentir sus sensaciones vibrar justo como mi vulva.

Se deslizaban por toda mi lengua hasta la garganta, por supuesto, no cabían enteros en mi boca, pero mi garganta pedía que la cerraran con cada embestida de esa felación doble. Al sacarlas cubrían mi rostro y mis labios saboreaban la cartografía de los mapas carnales entre tantas venas inchadas.

La leche condensada ya se había acabado, mi garganta se la tragó entera. Durante ese espacio de tiempo escuchaba los gemidos de quien primero se vino.

La otra persona se masturba tocando la mojada entrada de mi vagina. Yo limpié mis labios para seguir con el otro pene.

Escuchar de nuevo los gemidos de la voz que me recordaba que soy suya, hacía que aumentara la velocidad de felación y con ella la intensidad de su venida en mi boca.

De fondo volvía a haber una voz, me decía que volviera y dejara la cuchara con leche condensada que tenía en la boca.

"melisa, psss, oye deja eso que se te moja el blumer"

Abrí los ojos y sentí que había pasado aquello, que extraña sensación, la voy a extrañar.