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<div class="text-justify"> La llegada de la pandemia nos introdujo en una época de una enorme incertidumbre. La ausencia de certezas, con su amenazante angustia, plenó las mentes de miles de millones de personas que llegamos a pensar en la llegada de una nueva etapa, en la que muchas cosas cambiarían para la humanidad, que encontraría, muy seguramente, un camino para dejar atrás muchas de las cosas que día a día, dejan su marca de desigualdad, injusticia y desaliento. Yo lo creí. De allí surge este ejercicio que, aunque pretende ubicarse en el futuro, no está allá, sino aquí, frente a nosotros. Se llama "Las vueltas de un mundo que no gira".</div>
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ESPAÑOL
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<div class="text-justify"> Hoy es jueves. Es un día cualquiera del año 2022. El gobierno levantó la cuarentena. Han transcurrido cientos de días desde que se decretó el estado de alarma. En total, más de dos años de confinamiento, con sus matices. Son las ocho y 37 minutos de la noche cuando me levanto de la silla desde donde veo la televisión, me sirvo un trago de ron seco y me lo tomo en tres sorbos, degustando cada trago con placer, palpando cada centímetro cúbico de la bebida como si se tratara del mejor ron del mundo, aunque sea una bebida de esas baratas que logré conservar por la mitad, comprada justo antes de la declaración de la pandemia.</div>
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<i>- Amor mío, salud!! - grito jubiloso a mi mujer desde la pequeña cocina que es a su vez, comedor, antesala y sala de aquel atomizado anexo donde vivimos desde enero de este mismo año – Carajo, por fin salimos de esto! Brindo por los que se fueron y por quienes nos quedamos.</i>
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<div class="text-justify"> Mi mujer sonrió, como era su costumbre cuando aparecía un “arranque” mío y levantó su mano cerrada y vacía para brindar desde la butaca que la albergaba. Son más de setecientos días juntos y solos. La miro llena de vida y no puedo dejar de pensar en las miles de mujeres en el mundo que no pudieron llegar a este día por causa de esa enfermedad llamada machismo, una de las tantas que el patriarcado ha producido a lo largo de la historia. Una de las peores pandemias conocidas por la humanidad!!</div>
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<i>- Por ellas, brindo por ellas! Por las que ya no están! – digo, levantando el vaso con mi mano izquierda. Ella, mi mujer, vuelve a brindar conmigo.</i>
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<div class="text-justify"> En la televisión, el narrador de noticias pasa a los deportes y yo cambio de canal. En otro canal, deportivo, hay “noticias” de fútbol: Europa, Messi, Cristiano Ronaldo, un árbitro que le regala un penal al Real Madrid y le niega otro al equipo contrario en el minuto 91 (como cosa rara). Sigo cambiando. Una película de guerra muestra a soldados estadounidenses corriendo a protegerse de un “terrorista” musulmán cuyas facciones no dejan dudas: es el terrorista. Vuelvo a cambiar. En otro canal, una serie estadounidense (cuándo no) nos presenta a unos detectives cuya habilidad, inteligencia y valor para resolver los crímenes más complejos del mundo sólo son superadas por su elegancia. Sigo. Un canal español transmite imágenes de un programa de variedades que, vaya sorpresa, siempre tiene de fondo musical algún tema en inglés. Me pregunto, una vez más, ¿por qué tanto inglés en la tierra que tiene al castellano como idioma?</div>
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<i>- Nada bueno en la televisión – me digo y hago un último esfuerzo.</i>
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<div class="text-justify"> Llegó al canal ruso de noticias. Un reportaje me presenta el testimonio de una familia que vive en un pueblo egipcio donde todos sus habitantes se dedican a revisar e intentar ordenar miles de toneladas de basura día tras día. Tres y hasta cuatro generaciones de sus miembros han hecho exactamente lo mismo para “vivir”. Los niños juegan en la calle, entre montañas de desechos. Bueno, si es que a eso se le puede llamar calle. Sigo mi viaje por el “zapping”.</div>
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<div class="text-justify"> Me detengo en un canal cristiano, de esos en los que abundan los pastores y sus ovejas. Un hombre, vestido con ropa muy elegante y pulcra, lanza retahílas de versículos acompañadas de continuas arengas contra la infidelidad, el sexo entre los jóvenes, las fiestas o el consumo de alcohol. Cuatro tipos, con cara de escoltas, rodean el escenario sobre el cual se desarrolla el espectáculo, mientras en las butacas, algunas mujeres lloran y hombres levantan las manos hacia el cielo. Cambio a otro canal, y un narrador de noticias informa de la excomunión de un sacerdote católico por denuncias sobre pederastia.</div>
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<div class="text-justify"> Finalmente, me detengo a ver un programa de cocina. Una muy bien ataviada dama, de apellidos muy altisonantes, habla sobre un plato típico mexicano que está preparando. Hay maíz, aguacate, chiles varios, manteca de cerdo, pollo, frijoles y otros ingredientes sobre un muy lujoso mesón de cocina. Otra mujer, con indumentaria indígena, tritura condimentos con un metate. Trabajo duro, muy duro, para quien sólo tiene un nombre, sin apellidos: Lupita. Hastiado, apago el televisor, voy a la cocina y me sirvo otro ron. Mi mujer, extrañada de mi silencio, se acerca y me pregunta qué pasa.</div>
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<i>- Nada, amor – le digo – Nada. Es que me acabo de dar cuenta que luego de más de setecientos días de pandemia, este ron sigue teniendo el mismo sabor de cuando destapé la botella.</i>
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ENGLISH
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<div class="text-justify"> The arrival of the pandemic introduced us into a time of enormous uncertainty. The absence of certainties, with its threatening anguish, filled the minds of billions of people who came to believe in the arrival of a new era, in which many things would change for humanity, which would surely find a way to leave behind many of the things that, day by day, leave their mark of inequality, injustice and discouragement. I believed it. From there arises this exercise that, although it pretends to be located in the future, it is not there, but here, in front of us. It is called "The turns of a world that does not turn".</div>
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<div class="text-justify"> Today is Thursday. It is an ordinary day in the year 2022. The government has lifted the quarantine. Hundreds of days have passed since the state of alarm was decreed. In total, more than two years of confinement, with its nuances. It is 37 minutes past eight in the evening when I get up from the chair from where I watch TV, pour myself a shot of dry rum and drink it in three sips, savoring each gulp with pleasure, feeling every cubic centimeter of the drink as if it were the best rum in the world, even if it is one of those cheap drinks that I managed to keep for half, bought just before the pandemic was declared.</div>
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<i>- My love, cheers! - I shout jubilantly to my wife from the small kitchen that is also the dining room, anteroom and living room of that atomized annex where we have been living since January of this year - Fuck, we are finally out of this! I toast to those who left and to those of us who stayed.</i>
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<div class="text-justify"> My wife smiled, as was her custom when a "starter" of mine appeared and raised her closed and empty hand to toast from the armchair that housed her. It is more than seven hundred days together and alone. I look at her full of life and I cannot stop thinking about the thousands of women in the world who could not make it to this day because of that disease called machismo, one of the many that patriarchy has produced throughout history. One of the worst pandemics known to mankind!</div>
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<i>- Here's to them, here's to them! To those who are no longer here! - I say, raising my glass with my left hand. She, my wife, toasts with me again.</i>
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<div class="text-justify"> On TV, the news narrator switches to sports and I change the channel. On another channel, sports, there is soccer "news": Europe, Messi, Cristiano Ronaldo, a referee who gives away a penalty to Real Madrid and denies another one to the opposing team in the 91st minute (as a rare thing). I keep changing. A war movie shows American soldiers running to protect themselves from a Muslim "terrorist" whose features leave no doubt: he is the terrorist. I switch back. On another channel, an American series (when not) introduces us to detectives whose skill, intelligence and courage in solving the world's most complex crimes are surpassed only by their elegance. I continue. A Spanish channel broadcasts images of a variety show that, what a surprise, always has English music in the background. I wonder, once again, why so much English in the land that has Spanish as its language?</div>
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<i>- Nothing good on TV - I say to myself and make one last effort.</i>
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<div class="text-justify"> It came to the Russian news channel. A report presents me with the testimony of a family living in an Egyptian village where all its inhabitants are engaged in going through and trying to sort through thousands of tons of garbage day after day. Three and up to four generations of its members have done exactly the same in order to "live". Children play in the street, amidst mountains of waste. Well, if you can call that a street. I continue my trip through the "zapping".</div>
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<div class="text-justify"> I stop at a Christian channel, one of those where shepherds and their sheep abound. A man, dressed in very elegant and neat clothes, launches a string of verses accompanied by continuous harangues against infidelity, sex among young people, parties or alcohol consumption. Four guys, with the faces of escorts, surround the stage on which the show takes place, while in the seats, some women cry and men raise their hands to the sky. I switch to another channel, and a newscaster reports the excommunication of a Catholic priest for allegations of pederasty.</div>
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<div class="text-justify"> Finally, I stop to watch a cooking show. A very well-dressed lady, with a very high-flown last name, is talking about a typical Mexican dish she is preparing. There is corn, avocado, various chilies, lard, chicken, beans and other ingredients on a very fancy kitchen counter. Another woman, dressed in indigenous clothing, grinds condiments with a metate. Hard work, very hard work, for someone who has only one name, no last name: Lupita. Fed up, I turn off the TV, go to the kitchen and pour myself another rum. My wife, surprised by my silence, approaches me and asks me what's wrong.</div>
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<i>- Nothing, love - I tell her - Nothing. It's just that I just realized that after more than seven hundred days of pandemic, this rum still tastes the same as it did when I opened the bottle.</i>
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