<center> https://files.peakd.com/file/peakd-hive/universoperdido/AqK4jnEM-tower-1897536_1920.jpg [Original image](https://pixabay.com/es/photos/torre-f%C3%A1brica-castillete-amenaza-1897536/) | Edited with PhotoScape </center>

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><center><em>«Ser capaz de olvidar es la base de la cordura. Recordar incesantemente conduce a la obsesión y a la locura.»</em></center>

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><center><em>«Being able to forget is the basis of sanity. To remember incessantly leads to obsession and madness.»</em></center>

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<center><h3>— Jack London</h3></center>

![photo_20200731_202247.jpg](https://files.peakd.com/file/peakd-hive/universoperdido/nWmARddz-photo_2020-07-31_20-22-47.jpg)

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<center><div class="phishy"><h1>ESPAÑOL</h1></div></center>

<center><h2>BABEL</h2></center>

&nbsp; &nbsp; &nbsp; En tiempos remotos de una época estéril, llena de dudas y cofradías que se gestaban sobre la base de una sociedad incipiente, me vi navegando largas distancias hacia la tierra donde todos los esclavos fueron reunidos para una gran hazaña. Mi vida se empleó a encontrar el esplendor de una gran torre, que se dice busca tocar con osadía los talones del cielo.

&nbsp; &nbsp; &nbsp; Me vi en un camino en el que no sé si retornaría, todo dependía de los milagros que se cruzaran por mi camino. Fui prometido a una galante doncella hija de un poderoso príncipe dueño de arenas plateadas, pero no estaba en mis planes un matrimonio apresador que no permitiera contemplar las maravillas del mundo.

&nbsp; &nbsp; &nbsp; Por tal ofensa fui mandado a asesinar por el padre de mi prometida, quien con ira desmesurada destruyó mi casa y parte de mi heredad, pero logré huir afortunado con la vida aún latente en mi cuerpo y gran parte de mi fortuna y servidumbre. 

&nbsp; &nbsp; &nbsp; Observaba a las estrellas sobre el mar y éstas parecían luceros que se movían incansablemente sobre la acuática superficie. Alusivas a criaturas mágicas que bailaban para el contemplo de los viajeros, o para dirigirlos a su perdición, un argumento bastante proferido incontables veces.

&nbsp; &nbsp; &nbsp; La única estrella que me provocaba alivio era la del alba, quien sonreía con tal luminaria que hacía que mis gélidos temores se disolvieran instantáneamente. Los meses parecían eternos desde mi huida, sin embargo, encontraba consuelo dentro de mis fieles y recios vasallos. Podía sentir el rugir reprimido de mi cimitarra resguardada en el baúl de mis privaciones. Deseaba tanto como yo ser libre y probar algo de acción.

&nbsp; &nbsp; &nbsp; Finalmente, uno de mis lacayos encaramado en una de las vergas del navío, empezó a vociferar emocionado por haber avistado tierras hacia el horizonte. Mi corazón saltó de alegría y el del resto de mi séquito también. Estábamos cada vez más cerca de rodearnos de civilización una vez más, y de abandonar aquella enajenación que el mar nos confería malicioso con sus canciones y murmullos. 

&nbsp; &nbsp; &nbsp; Al acercarnos más hacia aquellas tierras mediterráneas, podíamos vislumbrar excitados la figura colosal de la ciudad de Babel, con una anchura titánica que parecía albergar tres mil estadios, y una altura que osadamente atravesaba las puertas del divino cielo. Tal magnificencia estimulaba a la imaginación de que tan extraordinaria obra había sido realizada por ángeles, hecatónquiros y cíclopes, puesto que era imposible para el hombre con sus capacidades limitadas e ingenio elaborar tal labor descomunal.

&nbsp; &nbsp; &nbsp; La ciudad fue construida sobre la base de otras diez ciudades más, bajo el pacto de las tribus pertenecientes a esta parte inhóspita del mundo. La edificaron en forma de torre, puesto que temían la ira del dios que gobernaba sobre sus reinos, y les mandase por soberbios otra gran inundación para apagar sus flamantes impiedades.

&nbsp; &nbsp; &nbsp; Desembarcamos sobre los puertos dorados de Babel, y le ordené a los esclavos que descargaran mis pertenencias suntuosas con cuidado, y a otros les mandé a buscarnos aposentos puesto que la oscuridad acaecía y nuestra fatiga no permitía un viaje de decenas de kilómetros hacia la gran torre. Dormimos esa noche como retoños seguros sobre el regazo de nuestras madres. La suave brisa del mar nos acompañaba acariciando nuestros averiados cuerpos sumiéndonos en los sueños más abisales.

&nbsp; &nbsp; &nbsp; Al día siguiente ya descansados, nos embarcamos bien temprano hacia la ciudad mucho antes de que el sol y su resplandor nos otorgaran su luz. Recorrimos kilómetros soportando ventiscas arenosas y ardientes. Vislumbraba estremecido sobre mi firme dromedario la figura imponente de la gran torre de Babel, la cual, a medida que me acercaba, podía ojearla cada vez con más detalle. Cada portal, ventana, domicilio, calle, bazar y ciudadano no escapaba de mi vista, y al estar enfrente de la gran puerta de Babel, me sentí intimidado, como si estuviera frente a las fauces garrafales de una gran deidad titánica establecida para gobernar el mundo.

&nbsp; &nbsp; &nbsp; Al abrirse el gran portal, incursionamos hacia los interiores de la ciudad y observamos maravillados los amplios caminos y edificaciones. Contemplábamos las grandes plazas decoradas con ornamentos esculturales que parecían contar la historia de la ciudad. Ascendimos por un camino que nos llevó a los siguientes niveles de la Torre, y al recorrer una larga distancia inclinada, llegamos a la casa de un alto aristócrata que según me habían advertido era uno de los más acaudalados e influyentes de Babel.

&nbsp; &nbsp; &nbsp; Me ofreció su hospitalidad convenciéndome de quedarme una noche en su domicilio. Me recibió con un gran banquete, y una de sus esposas, la de mayor rango, ordenó a las demás concubinas que me prepararan la mejor habitación del palacio. Yo encantado por tal afabilidad, establecí una cordial conversación con aquel aristócrata comentándole mi intención de quedarme en Babel, a causa de los últimos acontecimientos que acaecieron en mi vida.

&nbsp; &nbsp; &nbsp; Él amablemente me compadeció, y posteriormente comenzó a relatarme la historia de aquella impresionante ciudad. Me contó que la idea principal fue construir una escalera al cielo para tener más cercanía con los dioses, pero este pensamiento a medida que pasaba el tiempo fue cambiando, creando discordia entre las dinastías líderes de las tribus milenarias, y paulatinamente, se fueron separando de la idea original y formularon otra aún más acorde.

&nbsp; &nbsp; &nbsp; Prefirieron convertir la gran torre en una ciudad, sin perder la anchura que alberga a más de diez ciudades y sin apartar la idea de hacerla tan alta para así llegar a los confines celestes. Pero se dieron cuenta que los dioses no se encontraban allí sino más allá de las estrellas, por lo tanto dejaron de construir hacia las alturas. La historia me pareció tan interesante que anonadado dejé a un lado la paleta de carnero acaramelado y suave que devoraba.

&nbsp; &nbsp; &nbsp; Mientras seguíamos degustando de nuestra amena conversa, escuchamos espantados un eco que parecía el bramido furioso de miles de ángeles, acompañado de un coro de cornetas de batalla que hicieron estremecer la gran torre desde sus cimientos hasta su cúspide. Escuchamos los gritos despavoridos de las personas en las calles mientras vislumbrábamos con horror como los trozos de concreto de las edificaciones caían abruptamente sobre las avenidas y tiendas. 

&nbsp; &nbsp; &nbsp; Le ordené a mis esclavos huir y buscar refugio, pero es lo último que recuerdo puesto que desfallecí al avistar en el cielo un rostro colosal emergido de las nubes, ¡era el rostro del dios verdugo desatando su ira sobre sus blasfemos hijos!

&nbsp; &nbsp; &nbsp; Al despertar me encontraba dentro de un pabellón con varios de mis esclavos acompañándome. Observé hacia las afueras para ser testigo del más lacerante espanto. Una pantalla de humo negro que cubría todo el horizonte y su anchura, donde se suponía que estaba la ciudad de Babel. 

</div>

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<center><div class="phishy"><h1>ENGLISH</h1></div></center>

<center><h2>BABEL</h2></center>

&nbsp; &nbsp; &nbsp; In remote times of a sterile era, full of doubts and brotherhoods that were gestated on the basis of an incipient society, I saw myself sailing long distances to the land where all the slaves were gathered for a great feat. My life was spent finding the splendor of a great tower, which is said to seek to touch the heels of heaven with boldness.

&nbsp; &nbsp; &nbsp; I found myself on a path where I do not know if I would return, everything depended on the miracles that crossed my path. I was betrothed to a gallant maiden, daughter of a powerful prince, owner of silver sands, but I did not plan on a marriage that would not allow me to contemplate the wonders of the world.

&nbsp; &nbsp; &nbsp; For such an offense I was sent to murder by my fiancée's father, who in his rage destroyed my house and part of my inheritance, but I managed to flee happily with life still latent in my body and much of my fortune and servitude. 

&nbsp; &nbsp; &nbsp; I looked at the stars over the sea and they seemed to be stars that moved tirelessly over the watery surface. They alluded to magical creatures that danced for the contemplation of travelers, or to lead them to their doom, a point made countless times.

&nbsp; &nbsp; &nbsp; The only star that brought me relief was the dawn, which smiled with such a luminous light that it made my icy fears instantly dissolve. The months seemed eternal since my escape, yet I found comfort within my faithful and sturdy vassals. I could feel the repressed roar of my scimitar sheltered in the trunk of my privations. I wanted as much as I did to be free and try some action.

&nbsp; &nbsp; &nbsp; Finally, one of my lackeys, perched on one of the ship's rods, began to scream with excitement at having seen land on the horizon. My heart jumped for joy and so did the rest of my entourage. We were closer and closer to surrounding ourselves with civilization once again, and to abandoning that alienation that the sea conferred upon us maliciously with its songs and murmurs. 

&nbsp; &nbsp; &nbsp; As we drew closer to those Mediterranean lands, we could excitedly glimpse the colossal figure of the city of Babel, with a titanic width that seemed to house three thousand stadiums, and a height that dared to pass through the gates of the divine sky. Such magnificence stimulated the imagination that such an extraordinary work had been made by angels, hecatons and cyclops, since it was impossible for man with his limited capacities and ingenuity to elaborate such a colossal work.

&nbsp; &nbsp; &nbsp; The city was built on the basis of other ten cities more, under the pact of tribes belonging to this inhospitable part of the world. They built it in the form of a tower, since they feared the wrath of the god that ruled over their kingdoms, and sent them by pride another great flood to extinguish their flaming impiety.

&nbsp; &nbsp; &nbsp; We landed on the golden ports of Babel, and I ordered the slaves to unload my sumptuous belongings carefully, and I sent others to find us rooms since darkness was coming and our fatigue did not permit a journey of tens of kilometers toward the great tower. We slept that night like safe sprouts on our mothers' laps. The soft sea breeze accompanied us, caressing our broken bodies and plunging us into the most abysmal dreams.

&nbsp; &nbsp; &nbsp; The next day, already rested, we embarked very early towards the city, long before the sun and its glare gave us their light. We traveled kilometers enduring hot, sandy blizzards. On my firm dromedary I saw the imposing figure of the great tower of Babel, which I could see in more and more detail as I approached it. Every doorway, window, house, street, bazaar and citizen did not escape my sight, and as I stood before the great door of Babel, I felt intimidated, as if I were in front of the jaws of a great titanic deity established to rule the world.

&nbsp; &nbsp; &nbsp; When the great gate opened, we went inside the city and watched in wonder the wide roads and buildings. We contemplated the great squares decorated with sculptural ornaments that seemed to tell the history of the city. We climbed a path that led us to the next levels of the Tower, and as we traveled a long, steep distance, we reached the house of a high aristocrat who I had been warned was one of the wealthiest and most influential in Babel.

&nbsp; &nbsp; &nbsp; He offered me his hospitality by convincing me to stay one night at his home. He received me with a great banquet, and one of his wives, the most senior, ordered the other concubines to prepare the best room in the palace for me. Enchanted by such affability, I established a cordial conversation with that aristocrat commenting on my intention to stay in Babel, because of the last events that happened in my life.

&nbsp; &nbsp; &nbsp; He kindly pitied me, and later began to tell me the history of that impressive city. He told me that the main idea was to build a stairway to heaven to be closer to the gods, but this thought changed as time went by, creating discord among the leading dynasties of the millenary tribes, and gradually, they separated from the original idea and formulated another one even more in line with it.

&nbsp; &nbsp; &nbsp; They preferred to transform the great tower into a city, without losing the width that houses more than ten cities and without removing the idea of making it so high and thus reaching the heavenly confines. But they realized that the gods were not there but beyond the stars, so they stopped building toward the heights. I found the story so interesting that I was stunned to leave aside the palette of caramelized and soft ram that it devoured.

&nbsp; &nbsp; &nbsp; As we continued tasting our pleasant conversation, we listened in horror to an echo that sounded like the furious roar of thousands of angels, accompanied by a chorus of battle horns that shook the great tower from its foundations to its summit. We heard the terrified screams of the people in the streets as we glimpsed with horror how the pieces of concrete of the buildings fell abruptly on the avenues and stores. 

&nbsp; &nbsp; &nbsp; I ordered my slaves to flee and seek shelter, but this is the last thing I remember since I saw in the sky a colossal face emerging from the clouds, it was the face of the executioner god unleashing his wrath on his blasphemous sons!

&nbsp; &nbsp; &nbsp; When I woke up I was inside a pavilion with several of my slaves accompanying me. I looked outside to witness the most lacerating terror. A screen of black smoke covered the entire horizon and its width, where the city of Babel was supposed to be. 

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<center><h3>Escrito por @universoperdido. 26 de Noviembre del 2020</h3></center>

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<center><h3>Written by @universoperdido. November 26, 2020</h3></center>

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